| Mari Cruz en las Mercedarias de la Caridad (Logroño) |
Mari Cruz era muy moderna. Muy lanzada. Nuestra tía era una mujer muy divertida, le gustaba mucho bailar y cantar y con el tiempo se echó novio, pero un buen día le dijo a su padre que se quería ir monja. Dejó al novio y al convento se fue. La gente se sorprendió mucho cuando decidió ser monja.
Tomó los hábitos en Zumarraga y de ahí la destinaron a Mondragon, que ejercía de profesora y más adelante sacó la carrera de piano, entonces decidió formar una tuna en el colegio.
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| En el Caribe |
Luego la destinaron a Puerto Rico que también formó otra tuna con el alumnado del colegio. Allí estuvo unos siete años. Escribia muchas canciones religiosas con su música. Lanciego tenía que tener canción así que se lanzó y, sobre una melodía compuesta por Javier Sarasua, le puso letra hablando de su queridisimo pueblo de Lanciego.
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| Tuna de Mondragón |
De Puerto Rico la destinaron a Moyobamba (Perú) en plena selva entre muchos peligros, llevando a la población el Evangelio y toda su sabiduría musical. Le sobrevino un terremoto que destruyó parte del lugar de dónde se alojaban. En Iberoamérica estuvo entre 10 o 12 años.
Mari Cruz y Elisa Compañón (sobrinas)
La canción sigue cantándose en Lanciego por las personas de todas las edades. Aquí podéis escuchar una versión actual interpretada por las participantes del taller Con nombre(s) de mujer(es).



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